El Barça jugó de nuevo bien sin Messi
Otra vez vimos al Barça sin Messi, y la sensación fue la misma que cuando faltó hace una semana ante el Dinamo de Kiev: buena. El equipo se movió solidariamente, con más alegría en ataque, más sueltos todos. Y ganó. Con esto no pretendo decir que Messi sobre, pero que no hay por qué alimentar esa idea tenebrosa que se tiene de un futuro sin él. Se irá, antes o después, según por dónde dé el viento, pero tengo la sensación de que dentro del descalzaperros que se ha organizado últimamente en el Barça, lo que mejor ha quedado del plantel es el ataque, y más ahora que Dembélé y Griezmann empiezan a encarrilarse de verdad.
Así que el Barça ganó bien al Ferencvaros, reafirmando una marcha en la Champions que contrasta con sus tropiezos en LaLiga. Pero lo mejor, ya digo, es que la superstición Messi se puede ir atenuando. Esta victoria del Barça fue la única alegría en una jornada europea que salió mal. Los madrileños no consiguieron sus objetivos y el Sevilla, que ya estaba metido, se olvidó ayer del primer puesto tras ser barrido por el Chelsea, con cuatro goles de un imponente Giroud. No es del todo raro, porque Lopetegui reservó mucha gente para recibir al Madrid el sábado. Cuestión de prioridades, que cada uno decide según le parece y conviene.
La jornada nos dejó, para la pequeña historia del fútbol, el primer partido de la Champions arbitrado por una mujer. Fue en Turín, el Juve-Dinamo. El hito lo marcó Stéphanie Frappart, que ya venía ‘placeada’ desde tiempos atrás en el fútbol masculino (una final de Supercopa europea, entre otras cosas), joya del arbitraje francés, al que salva en unas horas. Arbitra con buen talante y seguridad, como trasmite su relajado lenguaje corporal. Ha tenido antecesoras que le fueron marcando el camino, pero ella ha llegado más lejos. Más allá de la Champions sólo hay una cosa: el Mundial. Bienvenidas sean ella y las que le sigan.