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En un concurso de frases hechas sobre el fútbol tal vez ganaría esa de "la actitud no se negocia". La puedes soltar viendo un partido, en una tertulia, en tu grupo de WhatsApp de Biwenger, en un juzgado, donde sea, que siempre tendrás razón porque es indiscutible que la actitud no se negocia. El debate ya es qué consideramos por actitud. Para muchos aficionados, actitud equivale a correr. Si corres mucho ya tienes actitud porque al menos le estás poniendo ganas y kilómetros. Lo puedes pensar viendo, por ejemplo, a En Nesyri, que corre como un salvaje casi todos los partidos.

En una charla esta semana en El País entre Vicente del Bosque y Quique Setién, éste último decía que el fútbol "a veces no es cuestión de correr de más, sino de pararte. Todavía hay muchos futbolistas que tienen la tendencia de correr y correr. A veces es mejor estar bien perfilado. Al futbolista no le digo si debe jugar rápido o lento, pero cuando hay que conducir, hay que conducir, no puede pasar. Los jugadores deben tomar decisiones, entender el fútbol. El juego está siempre en movimiento y hay que hacer en cada momento lo que pide el partido".. Tras leerlo pensé automáticamente en Modric, que inventa huecos sin necesidad de correr. Pensé también en Messi, que inventa huecos hasta andando como si viniese de cerrar el after del pueblo.

Creo que 'Oliver y Benji' ha hecho muchísimo daño a varias generaciones de espectadores. Nos metió en la cabeza esa sucesión de carreras sin orden ni concierto. Y en el fondo todos sabemos que el fútbol es mucho más que acelerones e intensidad mal proyectada. La teoría está muy bien, claro, pero es que como aficionados queremos que nuestros jugadores bajen a defender como si les estuviese persiguiendo la Guardia Civil, que pulvericen el maldito Test de Cooper del colegio, que dejen atrás a los rivales y miren a la cámara sonriendo como Usain Bolt. En definitiva, queremos que se maten a correr porque nosotros no podemos hacerlo por ellos.