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Volvió el campeonato y volvió de la peor manera. Estadios vacíos y campeonato deprimente. Bienvenida seas, tristeza. Parece ser que no hay tiempo para esperar a que todo se normalice, a que el mundo vuelva a girar, y cuatro señores deciden que hay que seguir, que el show debe continuar, aunque dicho show sea cada vez menos eso. El Carranza vacío con un Cádiz en Primera. El colmo de los colmos.

Y no sólo eso, además los equipos se van incorporando al campeonato según la fecha de terminación de las pasadas competiciones. Ya no sólo se han cargado la emoción de jugar los partidos en los mismos horarios, la vorágine del fútbol cada jornada, sino que ahora hay equipos que juegan la tercera jornada mientras otros juegan la segunda y otros la primera.

Vaya campeonato de tercer o cuarto mundo. Igualarnos a otros países europeos no nos iguala por arriba con ellos, nos iguala por abajo. No nos iguala en lo bueno, nos iguala en lo malo. Se acabó la emoción del comienzo de Liga en todos los estadios repletos y con todos los equipos con cero puntos. Ahora todo es un absoluto coñazo. ¿De dónde viene todo este despropósito? ¿Quién es el ideólogo? Porque aquí tenemos unas pocas marionetas que dictan las normas, pero el ideólogo de todo, el ser supremo que decide todo esto, debe ser un tarugo integral con alguna carrera rara de nombre complicado terminada de alguna extraña manera y algún master en alguna universidad inventada. Y los jugadores callados y los aficionados callados y, lo peor de todo, los estadios callados.

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AFP7 vía Europa Press

De momento, empata el Madrid su primer partido mientras Barça y Atleti no han empezado todavía. Los equipos irán incorporándose paulatinamente según el tarugo decida que se incorporen. Y a esperar.

Y mientras esperamos, los del Atleti soñamos con un renovado Atlético de Uruguay, país que tantos grandes jugadores y tantas alegrías nos ha regalado a los aficionados. Bienvenidos seáis siempre, os llaméis Cavani o Suárez. Bienvenidos, queridos uruguayos. Bienvenidos al fútbol de los estadios vacíos y los bolsillos llenos.