Ilusióname
Atleti, ilusióname, anda, no seas estrecho. Si no me ilusionas en estas semanas de fichajes, de idas y venidas, de rumores y desmentidos, ¿cuándo me vas a ilusionar? Dame un nombre que me haga soñar, aunque sea mentira.
Dame a Messi aunque sea imposible, o, por lo menos, devuélveme la ilusión por Cavani. No sé, haz algo. Estoy esperando, estamos esperando. Puede ser que esté bien gastarse 120 kilos en un chico semidesconocido, yo no lo haría, pero doctores tiene la iglesia y el equipo. No seré yo quien les desdiga. Pero es que a mí me haría ilusión alguien conocido, aunque luego sea mentira. Los sueños, sueños son, y si ni siquiera podemos soñar en estas semanas de nombres propios e impropios, ¿cuándo vamos a soñar?
¿Veis?, me había propuesto hablar sólo en mi nombre, en primera persona, y he terminado hablando en plural, también en primera persona pero del plural.
Ilusiónanos, Atleti, porque de ilusión también se vive. Danos un nombre, para que podamos sonreír tras las mascarillas imaginando qué tal le quedaría la camiseta rojiblanca y qué número llevaría...o imaginando en qué zona de Madrid viviría o si viviría de alquiler o de okupa.
Siempre recuerdo con media sonrisa bittersweet aquella época en que Román Riquelme sonó para el Atleti. Parecía tan real y tan cercano que los reyes magos nos iban a traer al argentino que el día que se desmintió y se esfumó el fichaje fue como el día en que descubres, o te dicen, que los reyes magos no son ni reyes, ni magos, y ni siquiera eméritos.
Tampoco pedimos tanto. Somos una afición ubicada y agradecida. Danos un nombre y déjanos soñar. Ya nos despertarán la realidad y el Leipzig.
Selección, ilusióname, anda, no seas estrecha. Si no me ilusionas en estas semanas de idas y venidas, de rumores y desmentidos, ¿cuándo me vas a ilusionar?
Dame un nombre que me haga soñar, aunque sea mentira. Dame a Saúl, a Morata, a Marcos Llorente, a Koke, no sé, haz algo. Estoy esperando, estamos esperando.
Etcétera.