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¿Cuándo consideramos que un partido puede ser interesante? ¿Qué hace que querramos ver un partido y otro no? Nuestra atención se dirige donde está el foco de la misma manera que en un museo, al cuadro principal se le destina la mejor pared en la mejor sala. Así, nos han dirigido a la final de la Champions League.

Sin embargo, en esta última temporada, con el caos de los horarios y las fechas de los partidos, he perdido el plano del fútbol y me he metido por otras salas distintas para encontrarme con obras que, sin estar en los libros de historia, pueden resultar tan interesantes como las obras maestras. Por ejemplo, me he llevado una sorpresa tremenda con el playoff de ascenso a Primera. Dos equipos enfrascados en una lucha casi a vida o muerte para llegar a una competición que, para algunos clubes es tan vital o más vital que una Copa de Europa. Resulta admirable ver a dos delanteros de raza frente a frente: Stuani del Girona y Nino del Elche. En los banquillos, Francisco Rodríguez y Pacheta, dos estudiosos que conocen de maravilla a sus plantillas y les sacan un rendimiento extraordinario.

Pero, el partido más apasionante de estos últimos días ha sido el de cuartos de final de la Champions League femenina entre el FC Barcelona y el Atlético de Madrid. Desgraciadamente, tuvieron que enfrentarse dos equipos españoles. Además, a diferencia de la Liga masculina -que es la que importa en los despachos, digan lo que digan-, a las ligas femeninas no se les permitió retomar la competición casera. Fueron directas a los cuartos de final después de varios meses sin competir. Las colchoneras, además, tenían varias bajas sensibles debido al COVID-19. Una lástima porque juegan un fútbol tan atractivo como el del Barcelona y tienen una plantilla muy técnica y veloz. Las catalanas, actuales subcampeonas, salieron a matar, pero el Atlético no se lo puso nada fácil y sólo consiguieron vencer con un solitario gol. Y es que, muchas veces, fuera del foco principal está la belleza que nos lleva al placer total.