Lewandowski y mucho más
Un ritmo que no entiende de parones. El Bayern se marchó al confinamiento habiendo presentado su candidatura a ganar la Champions con una exhibición esplendorosa en Londres en el 0-3 ante el Chelsea. Parecía jugar a una velocidad por encima del resto. Tras meses de espera, regresó con un tono similar, casi sin necesidad de sumar minutos para reencontrarse con su ritmo. Ganó sus once partidos oficiales tras la reanudación -nueve en liga y dos en copa- y lo hizo arrollando a la mayoría de rivales: moviendo la pelota a toda velocidad, intercambiando posiciones en ataque, proyectando a los laterales y sacando provecho de un estado de forma de Lewandowski prácticamente indefendible. Llegó entonces una segunda pausa: un mes hasta el regreso de la Champions con un par de semanas de vacaciones incluidas para los jugadores. Tampoco sirvió para frenarlos: a los 25 minutos ya le ganaban por 2-0 al equipo de Lampard en la vuelta.
El mejor Lewandowski. Con 53 goles sumando todos los torneos, este es el curso más productivo en la carrera del polaco. Pero no sólo por cantidad: también por calidad. Muchos de los tantos son de una dificultad y una belleza extremas.
La lesión de Pavard afecta a la posición de pivote. Uno de los jugadores del Bayern que han ofrecido un rendimiento más estable y regular a lo largo del curso ha sido Benjamin Pavard, que al igual que ocurrió en la Francia campeona del mundo se ha asentado en el lateral derecho. Su dolencia física, producida en un entrenamiento, es pues una mala noticia para el Bayern. Y no porque no haya un sustituto de garantías para ese puesto. Joshua Kimmich venía desempeñándose como lateral tanto en el cuadro bávaro como en la selección alemana hasta hace un año a un nivel altísimo, pero moverlo del medio centro supone perder ahí a un elemento de una inteligencia táctica extraordinaria. Flick ya realizó esta operación en la vuelta ante el Chelsea y ubicó a Thiago como pivote más retrasado formando pareja con Goretzka. Al internacional español, que posee una clase indudable, le faltó agresividad en las acciones defensivas.
Un movimiento accidental que cambió la temporada. Aunque se le suele atribuir la autoría de la idea a Hansi Flick, en realidad el primer partido en el que vimos a David Alaba como central y a Alphonso Davies como lateral izquierdo fue el último en el que Niko Kovac se sentó en el banquillo. Ese día, en Frankfurt, el Bayern no tenía disponibles ni a Lucas Hernández ni a Nicklas Süle, por lo que tuvo que improvisar con el austríaco en el medio y retrasando al extremo canadiense. El partido acabó muy mal: 5-1 en contra y destitución del técnico croata. Pero puso la primera piedra para levantar el vuelo. Davies es hoy una fuerza de la naturaleza imparable partiendo desde tan atrás, y Alaba le da al equipo velocidad para corregir con la defensa adelantada y una salida de balón muy limpia.
Despertaron los alemanes. Con Flick, que había sido asistente de Löw en la selección, regresó a su mejor nivel Thomas Müller y también ofrecieron una gran versión Goretzka y Gnabry. El entrenador devolvió el buen ambiente a un vestuario crispado.