En la piel del Elche, en la piel del Fuenla
Pongámonos en la piel del Elche. Es el sexto, lo que le da paso a la lucha por el ascenso. Jugaría contra el Zaragoza, que viene desinflándose. Y si ganara, contra el Almería o el Girona. Pero eso se le esfumaría sólo con que el Fuenla empatara el partido colgado ante un Depor ya descendido, con mayoría de jugadores dispersados. Un partido irreal podría apartarle del viaje a Primera, de donde le apeó hace cinco años por no llevar bien las cuentas Javier Tebas, padre del hoy secretario del Fuenlabrada. A más a más: el Elche fue el último rival del Fuenla, y cuando se dio el primer caso nadie le avisó de que podría haberse contagiado.
Pongámonos en la piel del Fuenlabrada. En su plantilla entró el virus, que se pensó aislado. Viajó, según el protocolo, tras pruebas que salvaban al resto, pero varios incubaban el bicho. Su partido no se pudo jugar y quedaron encerrados en un hotel de una ciudad cuya alcaldesa les ha lanzado un anatema. Cada uno en su habitación, lavándose las mudas, cogiendo la comida en una caja en la puerta, sin contacto entre ellos ni con nadie, sabiendo que el bicho sigue entre ellos y se manifiesta cada día en varios, pensando en sus familiares. Están a un partido de su mayor ilusión, pero no pueden pensar en ello, ni mucho menos entrenarse.
Ambos son víctimas de un suceso que nació, no se puede obviar, en el seno del Fuenlabrada, lo que le pone a la opinión pública en contra. Protocolos aparte, se extiende la impresión de que LaLiga quiso barrer bajo la alfombra los primeros casos esperando que no hubiera más, y luego llegó el desastre: aparecieron, se partió la jornada en acuerdo CSD-Federación-LaLiga. Visto el desastre el CSD se revuelve contra LaLiga, que se defiende con los protocolos, mientras la Federación se puede poner de perfil porque ni siquiera se sabe si está en periodo electoral o no. El Elche y el Fuenla preguntan qué va a ser de ellos, pero nadie tiene la respuesta.