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El coronavirus se alió con el Diablo

El lunes celebraba yo aquí el feliz y milagroso desarrollo final de LaLiga de la pandemia, pero el Diablo, que cuando duerme mata moscas con el rabo, esperaba tras una esquina. Y hete aquí que el Fuenlabrada, el benjamín de la Liga Profesional, a la que llegó hace un año, que ha hecho una temporada ejemplar que le puso a las puertas de las eliminatorias de ascenso, sufrió contagios justo en la jornada final. Uno, dos, cuatro, ocho, diez... entre jugadores y cuerpo técnico o auxiliar. Eso colocó a LaLiga, la Federación y el CSD en una situación crítica, con pocas horas para resolver. Y resolvieron que se aplazara su partido de Riazor, sólo eso.

Toda solución era mala. Esta rompe el consenso de simultanear las dos últimas jornadas, para no dar referencias a nadie. Los que más han puesto el grito en el cielo han sido el Rayo y el Depor que, hubiera pasado lo que hubiera pasado en el partido volatilizado, estarían igual. El Rayo ganó y aun así no irá a la pelea por el ascenso. Y el Depor estaría en Segunda B aun habiendo ganado. El perjudicado es el Elche, hoy sexto, puesto del que el Fuenla le desplazaría con un mero empate ante un Depor descendido. Pero no se queja. Su directora general, Patricia Rodríguez, es vicepresidenta de LaLiga y está metida en un compromiso.

Por su parte, el Fuenla, convertido en la mosca en la sopa ¿tiene culpa? ¿se le puede acusar de negligencia por la cena de un jugador propio con uno del Rayo y el agente de ambos? ¿por dónde le entró el virus? Todo un enredo que se complica si se añade que hace cinco años Tebas descendió al Elche ‘manu militari’ por incumplir cuentas, y que hoy su hijo es abogado del Fuenlabrada, a su vez recluido, enfermos y sanos, en un hotel coruñés. Aplazar toda la jornada ¿hubiera sido más práctico? No estoy seguro. Esto ha tenido una cosa buena: que la Federación y LaLiga han actuado de acuerdo. Todo lo demás ha sido obra del Diablo.