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Y por fin un Unión-Bayern

En una de mis visitas a Berlín, donde mi hermano estuvo viviendo un par de años, tuve el placer de presenciar un partido histórico: el derbi de la ciudad se disputaba en la 2.Bundesliga y el Olympiastadion registró una entrada que superó los 74.000 espectadores, un auténtico récord en una segunda categoría. Esa noche me acabé de convencer. Aunque lo que me habían contado previamente acerca del conjunto del Este ya me despertaba mucho más interés, vivir aquel partido cerca de su apasionada hinchada, que ejercía de visitante pero que le regaló al partido el doble de color y animación que la del Hertha, me convenció por completo. En Berlín, sin ningún tipo de dudas, iba a ser del Unión.

Nunca pensé que iban a ascender. La gran figura de aquel derbi que viví in situ —y que acabó 2-2, dejándonos mal sabor de boca al desperdiciar nuestro nuevo equipo una ventaja de dos goles—, el delicioso Torsten Mattuschka, se marchó a su Cottbus natal tras nueve años defendiendo la camiseta del Unión, y todos creímos que sin él no había futuro. O, al menos, un futuro brillante. Condenados a la oscuridad, nos resignamos a poder presumir sólo de la etiqueta de equipo simpático lleno de carisma: el club cuyos hinchas ayudaron a construir el estadio con sus propias manos. Cuando fui a verles por segunda vez, en una visita a Colonia en la que cayeron por 4-0, ya tenía asumido que, de nuevo, me había enamorado el romanticismo del sempiterno perdedor.

Un aficionado del Unión Berlín celebra el ascenso.
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Un aficionado del Unión Berlín celebra el ascenso.John Macdougall / AFP

Pero, no se sabe muy bien cómo, el Unión consiguió ascender a la Bundesliga el pasado verano tras ganar en la promoción a un Stuttgart que, por la suma de individualidades de ambas plantillas, era infinitamente superior. Este año parecía tener el peor equipo de los dieciocho de la élite, pero a estas alturas está ya virtualmente salvado. Cuando menos te lo esperas, te marca un gol a balón parado. Ayer el Bayern visitó el mítico An der Alten Försterei por primera vez en partido oficial. Y aunque la atmósfera no pudo ser la que habríamos deseado, me apetecía mucho escribirlo.