Una oportunidad para Froome
Un momento complicado para un deportista es aceptar que ha llegado su final. El caso de Alberto Contador, que se despidió con una victoria en el Angliru, resulta atípico. Más fácil es toparse con veteranos que estiran su carrera sin frutos, que taponan a los más jóvenes, que no reconocen que su rendimiento nunca volverá a ser el mismo. Para una estrella es difícil admitir un rol inferior o un sueldo más bajo. Quizá Chris Froome ronde ya esa situación. El 20 de mayo cumplirá 35 años, una edad amenazante para un ciclista. Su carnet de identidad se une a la brutal caída que sufrió en junio de 2019 y que le ha impedido recuperar su mejor pedalada. El mundo no ha dejado de girar en su ausencia, y su compañero Egan Bernal, de 23 años, ganó con solvencia el último Tour y ha avisado que en la próxima edición no será gregario de nadie. En el Ineos también militan Geraint Thomas, vencedor en París en 2018, y Richard Carapaz, campeón del Giro. Demasiados gallos. Froome lo sabe. Él mismo vivió la experiencia de trabajar para un líder entonces inferior, Brad Wiggins.
Por eso no descarta la salida, en pleno curso, de un equipo alcanzado por la crisis. Las cábalas apuntan al Israel, pero también suena el Movistar. El tuit de José Joaquín Rojas ha podido influir: “Amigo, que sepas que en España se come muy bien y tendrás muy buena cobertura”. El hipotético fichaje concuerda con los movimientos empresariales de Movistar en Reino Unido. Froome, además, es un deportista muy querido aquí, en gran parte por su idilio con la Vuelta. Su llegada descargaría de presión a Enric Mas y Marc Soler, menos acostumbrados a galones. En contra juega esa sombra de decadencia. Pero incluso si ya hubiera iniciado la cuesta abajo, Froome merecería una oportunidad. Por palmarés, por profesionalidad... y por no quedarnos con la imagen de su traumático accidente.