La Vuelta ve la botella medio llena

La UCI ya dispone de un reformado calendario para 2020, siempre que la evolución de la pandemia permita para entonces una ciudad ambulante por las carreteras del mundo. En este nuevo mapa ciclista, diseñado por la necesidad de salvar el grueso de la temporada, la Vuelta a España ha sido desplazada al otoño: del 20 de octubre al 8 de noviembre. Hay varios indicadores para ver la botella medio vacía: ha sido desbancada por el Tour de Francia de su ubicación natural; ha perdido tres días de competición con la retirada de los Países Bajos; será la única carrera que se adentre en noviembre; el mal tiempo supondrá una amenaza en un trazado que transita por el norte del país; su etapa estelar del Tourmalet se solapará el domingo 25 con la París-Roubaix y con el final del Giro de Italia

Pero esa misma botella también podemos verla medio llena. Desde el final del Tour al arranque de la Vuelta hay un mes, por lo que los participantes en Francia podrían doblar en España, cosa que resulta más complicada con el Giro a 13 días de París, y sólo seis después del Mundial. Su asentamiento final en el calendario también aleja los coletazos del virus. Las ocho últimas jornadas, todas en noviembre, no coincidirán con otras carreras. Tampoco el etapón del Angliru. La Vuelta sólo se topará con tres clásicas, La Panne, Roubaix y Lombardía, mientras que el Giro lo hará con siete. La Corsa Rosa ha defendido sus 21 etapas, a pesar de no salir ya de Hungría, e incluso su orgullo patrio frente al Tour… Ha preferido salvar otros conceptos históricos, pero en el resultado final no parece que haya pescado mayores beneficios. En cualquier caso, aquí nadie ha salido ganando, porque se trataba de pintar un decorado para “salvar la economía del ciclismo”, como dice David Lappartient, el presidente de la UCI, y este galimatías de calendario sólo se puede entender como una situación excepcional.