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Las desescaladas de la Euroliga

Tres días después de que la ACB aprobara su plan de regreso, la Euroliga difundió el suyo. Las fechas de ambos se solapan en julio, nada nuevo cuando le toca mover ficha a la máxima competición europea. Si llegara a darse el caso, se supone que habrá flexibilidad por ambas partes, sobre todo cuando se trata de un momento tan excepcional. Pero también pensábamos que la sociedad española iba a estar unida contra la pandemia, y ya ven qué panorama. Así que tampoco apostaría mucho por el baloncesto. En cualquier caso, el problema que se le avecina a la Euroliga gravita sobre otros enormes obstáculos que deberá sortear para resolver la temporada. Ya hay muchas voces que se han pronunciado a favor de cancelar el torneo, entre ellas la de Andrei Vatutin, el presidente del CSKA Moscú, vigente campeón. Entre sus advertencias apunta las restricciones para viajar. Aquí participan 18 equipos de diez países. Son diez desescaladas diferentes. Jordi Bertomeu, sabedor de la dificultad, ya ha avisado de lo obvio: “La Euroliga sólo volverá cuando existan las condiciones de salud y seguridad adecuadas”.

Mientras se dan esas condiciones ha surgido otro debate. Ergin Ataman, el técnico del líder Efes, ha pedido un tope salarial y presupuestos más equilibrados. Habría que escucharle. El basket europeo, a pesar de su aumento de interés, sigue sin ser rentable para los principales clubes. El Barça y el Real Madrid, que en este curso tienen dos de los tres presupuestos más altos, junto al CSKA, estimaban unas pérdidas de 32,3 y 27,9 millones de euros, respectivamente, sobre unas partidas que bordean los 40 millones. Sus clubes cubren el déficit con los beneficios del fútbol. Por eso los recortes a los jugadores del Madrid de baloncesto se han vinculado al retorno del salvador balompié. Lógico. Ahora esos cálculos han saltado por los aires, acompañados de aprendizajes pendientes.