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Malos tiempos para las carreras

A nadie se le escapa ya la magnitud de la tragedia humana y la catástrofe económica que representa la pandemia del coronavirus. En semejante caos hay cuestiones que pasan a un segundo plano y el deporte podría ser una de ellas. Es el planteamiento que se van a hacer muchas, por no decir todas, de las empresas de coches o motos con presencia en la competición, que bastante tendrán con garantizar su supervivencia. Vienen malos tiempos para todos, también para las carreras. No es derrotismo o pesimismo, por desgracia la crudeza de los acontecimientos es tanta que no deja lugar a demasiadas interpretaciones, al menos en un horizonte a corto y medio plazo. El frenazo será brutal y costará recuperar la velocidad de crucero que se había alcanzado.

Se producirá una restricción generalizada en las inversiones de todo tipo, entre ellas las tecnológicas y publicitarias. Que se reduzcan los presupuestos destinados a la competición debe considerarse el mejor de los escenarios porque tampoco faltarán fugas de los circuitos. Serán, por supuesto, decisiones forzadas por un entorno en el que la industria de la automoción va a sufrir especialmente. No es que no quieran seguir gastando en dinero, es que no van a poder hasta que las ventas de sus productos se recuperen mínimamente. Lo importante será que los implicados en el deporte del motor sean capaces de adaptarse a unas circunstancias tan diferentes e incluso hostiles. Quizá en esto también lleguemos a aprender que no hace falta tanto para ser felices…