Una final y dos mundos

El Real Madrid estiró la tradición en la Copa del Rey. También la maldición. Esa tradición que sostiene un autoritario duopolio: el Madrid y el Barça han ganado los once últimos títulos, seis para el equipo blanco y cinco para el azulgrana. En el palmarés histórico: 28-25. Y esa maldición que niega la corona al anfitrión. El último fue el Baskonia, hace 18 años. El anterior, el Zaragoza, otros 18 años atrás. Tampoco lo logró este domingo el Unicaja Málaga. Chocó contra el Madrid. Otro mundo.

La Copa ACB desfila con la etiqueta de la sorpresa. Siempre hay alguna. Hace un año, el Joventut tumbó al Baskonia. En la actual, el Valencia doblegó al Barcelona. Pero a la hora de la verdad, estos equipos no son capaces de mantener la intensidad durante tres jornadas de competición, ante escuadras más experimentadas, habituadas a luchar por lo máximo, a fajarse en las principales canchas del continente, confeccionadas para pelear en la Euroliga. El Madrid puede dejar fuera de la convocatoria a Mickey y Garuba. El Unicaja lleva tres partidos con Jaime Fernández cojo. La ilusión ayuda a soñar, pero no conquista títulos.

El Madrid ganó la Copa porque está acostumbrado a eso, porque está diseñado para campeonar. Lo que para otros es una excepción y una oportunidad, para ellos es casi una rutina. También una obligación. Pablo Laso lleva 19 títulos, más de la mitad de los disputados (35), desde que aterrizó en el banquillo blanco en el verano de 2011. El técnico ha inyectado un estilo de juego, que prima el ataque, y un espíritu indomable, que proyecta imágenes como la de Walter Tavares, un pívot de 2,20, luchando una pelota por los suelos cuando su equipo ya se había distanciado por encima de los 20 puntos. Eso es el actual Real Madrid. Pura genética competitiva. Y hay que reconocérselo. Para el Unicaja ha sido bonito alcanzar su final, pero el Madrid es una nave que surca otra galaxia.