Cuando a Zidane se le pregunta por el futbolista clave del Madrid de los Galácticos, su respuesta siempre suena contundente: Makelele. El mediocentro, que ocupaba menos portadas que el resto de sus compañeros, se convirtió en el equilibrio perfecto para una máquina ofensiva demoledora, pero con carencias y perezosa a la hora de correr hacia atrás. Siendo futbolistas con características físicas y técnicas muy diferentes, Casemiro se ha convertido en la versión mejorada del mediocentro francés y su entrenador es consciente de ello. Es el único componente de la plantilla que no tiene sustituto de garantías y ahora que asoman los partidos decisivos del año, el cuerpo técnico cruza los dedos para que no se pille ni un resfriado.

De su jerarquía y equilibrio táctico dependen en gran medida los éxitos que pueda alcanzar el Madrid esta temporada y en Valdebebas son conscientes de ello. Puede sonar exagerado en un club que maneja un presupuesto multimillonario, pero es la realidad. El brasileño no se ha cansado de progresar utilizando una fórmula exitosa: humildad, mucho trabajo y poner siempre los intereses del grupo por delante de los propios. Ahora le toca recoger el fruto a tanto sudor y solidaridad: se ha convertido en el mejor mediocentro defensivo del fútbol mundial. Y bien que se lo ha currado.