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De San Abelardo a San RdT

El parto. El Espanyol ya sabe lo que es ganar en casa. De mayo a febrero han transcurrido nueve meses, como un parto seguido a rajatabla, en este caso duro y angustioso para jugadores y aficionados. La victoria nació este domingo a las 12:00, el día de San Abelardo, en una mala primera parte de los blanquiazules, que mejoraron en una segunda mitad en la que adelantaron la presión, redujeron al Mallorca y encontraron en la cabeza de RdT su mejor aliado. Una victoria liberadora, que deja al Espanyol a la misma altura de la salvación (a la espera de lo que haga el Celta, 18:30). Quedarse en Primera ya no es un milagro. El Espanyol ha asomado la cabeza sin esfuerzo, con un ocho de 15 con Abelardo y ante la incapacidad de los rivales de sumar puntos.

El vals de Sevilla. Nada hacia presagiar el estresante desenlace. El RCDE Stadium vivió una gran entrada, con un mosaico que convirtió el estadio en una ensaladera blanquiazul, colorido que acompañó los primeros ocho minutos de partido, un toma y daca, un tránsito de área a área. El mediocampo era un simple pasillo. Pero ese decorado fue un espejismo. Salva Sevilla y Baba manejaron el partido, demostrando que el Mallorca, único equipo de la zona baja que no ha cambiado de entrenador, se ha acostumbrado a vivir en el fango manteniendo su vestido de gala. El balón rueda con naturalidad, todos los jugadores sigue el ritmo como una orquesta, lejos de lo que transmite el Espanyol, cuyas notas apenas cuadran en el pentagrama.

Bendecido De Tomás. El Espanyol sigue funcionando a oleadas, preocupado más de no cometer errores que le cuestan goles, como el de Naldo en Granada, que de construir jugadas. Obsesionado con llegar rápido no lo importa el cómo, y así construyó ese 1-0. El equipo perico encuentra oro en los despropósitos porque tiene a Raúl de Tomás, que convierte en gol todo lo que toca. El fútbol es tan ilógico que una conducción de Dídac de 50 metros, sorteando rivales, llevándose los rebotes a trompicones, acabó en los pies de Darder, que centro de primeras con la izquierda, sin ton ni son. El balón le llegó a la cabeza de De Tomás, que la metió para dentro con un remate perfecto. Este domingo ha sido San Abelardo y, como todos los días que juega el Espanyol, también fue San De Tomás.

El líder. El delantero del Espanyol se había autoproclamado el viernes el líder. Ya lo había hecho desde su primer gol de perico, carente el equipo de un jugador determinante; o desde la mediática acción del penalti en Los Cármenes. Instantes antes de ese cabezazo, había tenido que acudir al banquillo a cambiarse las botas, una imagen curiosa de la final de Cornellà. Todo se le permite a RdT, que justifica con sus goles su precio. Él está siendo la diferencia entre la vida y la muerte, entre el gol o el remate de Budimir rozando el palo en el añadido. Así de simple es este Espanyol. Una simpleza que le está llevando a la permanencia al grito de "sí, se puede", lema manido pero adoptado por una afición que lo celebró a lo grande.