Tebas y Rubiales juegan al pilla-pilla

El sábado hubo una escena fea en Cornellá. Cuando Williams se retiraba del campo fue ofendido con gritos de mono desde el sector cerca del que transitó. Él les miró y se quejó. El hecho ni apareció en el acta de Sánchez Martínez. La Federación le echó un capote en una nota en la tarde del domingo, con la misma explicación que Rubiales había tenido la deferencia de darme personalmente por la mañana. Eran muy pocos, aquello no lo percibió el árbitro, tampoco el delegado federativo, ni el observador de LaLiga, al que consultaron. Por eso no apareció en el acta arbitral, por más que Muniain le hubiese advertido.

La cosa es que, si no en el campo, en la tele sí se percibió y Tebas emitió un tuit de reproche. Y luego informó a su observador en el partido, que a su vez sí lo hizo constar en su informe. Otra vez, y siempre, Federación y LaLiga jugando al pilla-pilla, al modo de nuestra desdichada política de hogaño, en la que a cada partido sólo le interesa cazar en algún renuncio al contrario, en lugar de aplicar su esfuerzo a causas constructivas. Si Tebas y Rubiales hicieran las cosas como debe ser, hace tiempo que hubieran urdido un plan conjunto para ir contra esas actitudes odiosas de las aficiones. Pero no están por ello.

Creí, iluso de mí, que tras el Rayo-Albacete y el ‘caso Zozulia’ habría un antes y un después en esta cuestión, pero ya se ve que no. Aquello fue un arrebato conjunto de vergüenza torera de los dos clubes, pero ya hemos visto que el asunto se ha extraviado luego por meandros leguleyofederativos, perdónenme el palabro. Esta lucha, que hay que dar, necesita de las dos partes, como tantas cosas en nuestro fútbol. Tebas ha renovado mandato y Rubiales lo renovará, por mucho que le quieran mandar enfrente a Casillas, Rajoy o el Rey Emérito, que es el que falta. Todo el fútbol necesita que cooperen, no que jueguen al pilla-pilla.