Nadal y la fatiga

Hay un sentir generalizado sobre que la nueva Copa Davis no está ubicada en las mejores fechas, que competir a finales de noviembre, con una larga temporada de once meses percutiendo en los fatigados cuerpos de los tenistas, no parece lo más aconsejable en un torneo que, además, exige mayor intensidad y responsabilidad que otros, porque cada raqueta carga con el orgullo de una bandera. En este debate se daba por hecho que arrancar el curso con la ATP Cup, que tiene un formato calcado, pero con el añadido de viajes, no supondría ningún contratiempo para los jugadores, que estarían bien frescos y descansados. Sin embargo, han surgido indicios de que estrenar la campaña con una competición tan exigente tampoco resulta lo más recomendable. Alex de Miñaur, uno de los participantes que mostró mejor nivel, ha causado baja del Open de Australia, el Grand Slam de su país, con una lesión abdominal. Y Rafa Nadal, finalista, ha reconocido tras su debut aquí que ha llegado “un poquito cansado” de la ATP Cup, que se le hizo “larga” para comenzar el calendario.

El caso de Nadal prueba mejor que ningún otro el sinsentido que experimenta este deporte con dos competiciones clonadas que se enlazan en un margen de un mes y medio, para cerrar y abrir las temporadas. Rafa jugó la Davis con la máxima intensidad, ocho partidos en seis días, y luego intentó aplicar el mismo ímpetu en la Copa ATP, aunque con menos éxito. “Me siento bajo de energía”, dijo durante el evento. Una fatiga que ahora ha confirmado en sus últimas declaraciones. Su ejemplo es una muestra más de que el tenis debe caminar hacia una sola Copa del Mundo, como ya han reivindicado en varias ocasiones el propio Nadal y Novak Djokovic. Son las dos primeras raquetas del mundo, y los dos campeones de ambos torneos. Saben de lo que hablan.