El Madrid del eterno retorno
El eterno retorno es una teoría filosófica del tiempo que sostiene que todas las situaciones se repiten constantemente. El deporte también participa del flujo, a veces de manera cruel. Se me ocurren las tres finales perdidas por el Atlético en la Champions o por la selección de Holanda en el Mundial, aunque tenemos un ejemplo más cercano sin necesidad de hurgar en las heridas del fútbol. El CSKA Moscú frenó este martes la racha del Real Madrid en la Euroliga de baloncesto, que dejó en 13 victorias, exactamente igual que ocurrió en 2014 ante el mismo rival, en el mismo escenario y con el mismo registro. Caprichos del destino, dirían otros. El equipo moscovita, de paso, impidió que el madrileño pudiera luchar por su récord de 18 triunfos consecutivos. El clásico europeo se extiende a la historia.
Eso sí, para que el suceso se repitiera tuvieron que pasar algunas cosas extrañas, como que el Madrid se quedara clavado en 55 puntos, su marca más baja en la actual campaña, unos números inéditos con Pablo Laso al timón. El técnico alavés tampoco ha ganado nunca al CSKA en Rusia. Otro eterno retorno. Ciertamente, el partido se presentaba como una gran oportunidad para su estreno en Moscú, porque este CSKA mete menos miedo que en sus versiones anteriores. A las bajas de la pasada temporada (Chacho, De Colo y Higgins), hubo que añadir en octubre la grave lesión de su estrella Clyburn. Si fuera poco lastre, tampoco jugaron dos de sus piezas básicas, Hackett y Strelnieks. El Madrid también sufrió las ausencias de Rudy y Randolph, que conste. Laso nos ha acostumbrado tanto a resolver partidos, y hasta temporadas, con bajas notables, que a veces las olvidamos. El choque fue flojo, y lo ganó el menos malo. Da igual. Ni aquel Madrid de las 13 victorias, ni aquel CSKA de las 18, conquistaron luego el título. Los récords están bien, pero es mejor levantar trofeos.