El Madrid pierde la racha en la cancha maldita del CSKA
Los blancos caen después de 13 triunfos seguidos con la anotación más baja en Europa de la era Laso. En los últimos 28 minutos, solo 29 puntos. No ganan en Moscú desde 2008.
El ogro ruso, el CSKA, volvió a zamparse al Madrid. No hay otro equipo que haya ganado más a los blancos en la historia de la Copa de Europa (20 a 32 es ya el balance). La pista moscovita fue de nuevo un muro insalvable para el Real. Tanto, que se mantiene como la única cancha de la actual Euroliga donde Laso no ha vencido nunca. Y van siete intentos. Con el Valencia solo ha jugado una vez en Europa y perdió, pero le ha batido en la Liga.
Una derrota especialmente traumática porque el CSKA llegaba con dudas y plagado de bajas (Hackett, Strelnieks y Clyburn, aunque el Madrid también echaba de menos a Rudy y a Randolph y notó la incorporación simultánea de varios lesionados: Llull, Deck y Reyes). Traumática, decimos, porque llegó a dominar por 12 (14-26) en el minuto 12 y en los 28 restantes solo añadió 29 puntos para un paupérrimo marcador final de 55 tantos. La anotación más baja de los blancos en la Euroliga desde 2010, cuando no pasaron de 49 ante el Charleroi, y la más baja desde que llegara el técnico vitoriano. Por debajo del 54-58 que valió el triunfo en la pista del Panathinaikos en 2013. Y traumática por un tercer motivo: como en enero de 2014, el Madrid vio cómo su mejor racha europea de siempre en la competición se iba por el desagüe frente al CSKA. Ahora como entonces se queda en 13 victorias seguidas. No caía desde el pasado 30 de octubre en Múnich.
El CSKA corta así el intento madridista de batir el récord ruso, que es el absoluto de la historia de la Copa de Europa en una misma temporada: 18 triunfos, los que encadenó entre noviembre de 2006 y abril de 2007.
Un duelo de muy bajo nivel ofensivo en el que los ataques fueron un goteo constante de malos lanzamientos y malas decisiones en acciones de cinco contra cinco sin apenas movilidad. El que menos falló, uno de los de más talento en el cara a cara, Mike James, ayudó a decantar la balanza: firmó 19 de los 60 puntos del equipo del Ejército Rojo, aunque con un 6 de 18 en tiros de campo. Su mejor periodo fue el tercero en el que aportó un triple de dos intentos, una canasta sin ningún fallo y tres tiros libres. También resultaron capitales sus dos dianas en el tramo final, donde Hilliard sentenció con un triple en transición (58-54) y Hines completó un trabajo enorme frente a Tavares, que taponó (4) sin éxito colectivo.
Una victoria muy celebrada por el campeón de Europa y su afición en un año duro por las bajas. Pero si repite más partidos como este, los perderá (casi) todos. Este lo ganó por pura raza y frena al hasta ahora colíder para darse un impulso en la clasificación. Para el Madrid, mejor dormir mucho y olvidar rápido, aunque cuando se despierte seguirá en Moscú. El jueves espera el Khimki, a dos horas de atasco del Megasport Arena, cancha maldita, como antes lo era el Universal Sports Hall que honra el recuerdo de Gomelsky. Historia de la Copa de Europa.
Vuelve Llull y Reyes alcanza los 3.000 puntos
La primera parte no pasará a los anales de uno de los grandes clásicos del baloncesto europeo (y luego quedó claro que tampoco la segunda). El Madrid tuvo una entrada en escena seria con Deck de alero, Campazzo al mando de todo y Thompkins tan fino como en las últimas jornadas. No había triple poste y los emparejamientos eran clásicos, puesto por puesto. El Facu cogió face to face a Mike James y le empujó a un inicio aciago en el tiro. La estrella del nuevo CSKA también puso de su parte. Su equipo era un desastre en el lanzamiento (3 de 13 de dos en el primer cuarto) con Tavares en medio de todo. Solo una asistencia al descanso daban los de Itoudis (acabarían con 6) y ninguna en un segundo cuarto flojísimo por ambos bandos (12-12).
Oportunidad para Reyes, que en su vuelta tras la lesión clavaba un triple para abrazar los 3.000 puntos (quinto anotador histórico a la estela de Spanoulis, Navarro, Printezis y Jankunas). Y minutos para Llull, que relevaba a Causeur y actuaba de escolta con el punto de mira desviado 51 días después de lesionarse. Y para Carroll y Laprovittola. El base tuvo presencia en el acto final ante la falta de ideas de Campazzo y de un equipo estático y fallón. Thompkins debía ser el hombre, pero ni lo encontraron ni apareció.
Los blancos enlazaron ocho minutos sin ver aro con el descanso de por medio en los que encajaron un parcial de 14-0. Ahí cogió el mando el CSKA (36-33) y, aunque no abrió brecha (49-50 tras un triple de Taylor), parecía moverse mejor en el fango: 58 a 51 en valoración con 16 a 17 en pérdidas. Los siete rebotes más locales (12 ofensivos) y los 15 tiros libres sin error ayudaron a desnivelar la balanza de un pulso que si es recordado en el futuro, lo será por lo malo que fue. El muro ruso sigue sin en pie.