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El largo camino de la estabilidad

Sin pócimas. San Mamés devolvió al Espanyol a su cruda realidad esta temporada después de dos victorias seguidas con Machín (Ludogorets y Levante). Tan cierto es que con el nuevo entrenador el equipo perico ha encontrado una intención en su juego como que en el fútbol no existen pócimas mágicas, y los rivales también son capaces de neutralizar cualquier planteamiento y mostrar los defectos de un Espanyol blando y estéril, sin escudo y con una espada de plástico, algunos males que ya evidenciaba con Gallego y que forman parte de esta plantilla. La derrota deja claro que el Espanyol deberá sudar sangre para salir del pozo y respirar aliviado.

Jarrea. El primer tropiezo del equipo se explica en las revoluciones. Jugó al Athletic con la quinta marcha desde el comienzo, presionando hombre a hombre a un Espanyol que no está preparado para sacar el balón jugado cuando le aprietan. Ni siquiera los centrales pudieron encontrar a los Víctor Gómez y Dídac, ayer imprecisos e inocuos, sin profundidad ni certeza en sus centros. Esa fue otra contradicción de la noche lluviosa bilbaina. El Espanyol llegó por los costados algunas ocasiones, pero los rematadores apenas superaban el 1,70, léase Campuzano, Darder y Vargas. Jarreaba en la grada y también en el césped.

Nivel individual. La falta de contundencia del Espanyol allanó el camino de la victoria local. Los leones hacen siempre honor a su apodo, dispuestos a morder a sus rivales cuando huelen debilidad. Naldo, David López y un impreciso Marc Roca fueron la muralla de papel de un Espanyol que a los 17 minutos ya perdiía. En tiempo récord, Machín ha hecho que sus ideas cuajen, pero está por ver cómo se adaptan las piezas y cómo evoluciona el equipo. Jugadores como Roca, David López, Darder o incluso Vargas, que se pierde cuando lo sacan de su hábitat, no están a su mejor nivel. Es básico recuperarlos y que las intenciones de Machín se adapten a las virtudes de jugadores determinantes en el equipo. Sin ellos, el Espanyol es timorato. Y, a día de hoy y salvo algunas excepciones, están a años luz de su mejor versión.

El gol. También está en otro planeta el gol. Machín hizo un movimiento extraño esta semana, al anunciar públicamente que quería un nuevo y luego dar marcha atrás. Queda claro que Chen Yansheng (o el famoso límite salarial que siempre está al límite, valga de redundancia) no va a facilitar que se invierta en enero. Ferreyra debe ir a más y Calleri, un gladiador sin suerte, recuperarse y empezar a marcar esos goles que deben avalar su cesión. Wu Lei ha perdido ese olfato que le caracterizó el primer curso y Campuzano necesita estabilidad. Hasta que llegue esa evolución, y de ella dependerá el resurgimiento del equipo, Bernardo es el killer de este Espanyol. Su cabeza marca el camino de un equipo destinado a seguir sufriendo.