Rafa Nadal, 52 días después
Rafa Nadal volvió a jugar un partido oficial 52 días después de la final del US Open, aquella que supuso su 19º título en un Grand Slam tras doblegar en cinco sets al rocoso ruso Daniil Medvédev. Y lo hizo como de costumbre: con una trabajada victoria. Su debut en París-Bercy ante Adrian Mannarino, que se alargó a casi dos horas, denotó la falta de rodaje, pero también demostró que Nadal está a punto para su abordaje final de la temporada, que incluye varios retos de aúpa: la victoria en este Masters 1.000 que nunca ha ganado; el asalto a las ATP Finals de Londres, que también faltan en su palmarés; la Copa Davis de Madrid, en su nuevo formato revolucionado por Gerard Piqué; y la consolidación como número uno mundial a final de año.
París-Bercy es un torneo maldito para Nadal. Aquí se ha ausentado siete veces por culpa de diferentes lesiones, y ha abandonado en dos de sus seis participaciones. Su mejor resultado es la final de 2007, que perdió ante David Nalbandián. La paradoja es que esta ciudad también ha forjado su leyenda con sus 12 victorias en Roland Garros. La noche y el día. “París es especial para mí”, dijo en la previa. Y en la capital francesa quiere derribar una de las pocas barreras que aún le quedan en el calendario, que este año, además, vendría acompañada de un premio extra: el título le aseguraría también el número uno del escalafón mundial. Rafa saldrá el próximo lunes 4 como líder de la ATP, pase lo que pase, pero podría ser definitivo si los resultados sonríen en Bercy. El último tramo de la temporada se le ha atragantado con frecuencia, por culpa de su machacado físico. El recién casado llega este año más fresco al desafío, al menos aparentemente. Esos 52 días de inactividad oficial, sin contar el bolo de la Laver Cup, pueden ayudar a cambiar la tendencia.