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US OPEN

Nadal da un mordisco brutal a la historia con su 19 Grand Slam

Rafa Nadal conquistó su cuarto US Open y su 19º Grand Slam y se queda a uno de Roger Federer. Medvedev le llevó a las 4h:50 minutos...y a llorar.

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Nadal da un mordisco brutal a la historia con su 19 Grand Slam

En Nueva York, donde abres las ventanas y se escucha el rugido de una ciudad babilónica, de una jungla en permanente ebullición que se traslada a la gigantesca caldera de Flushing Meadows y lo convierte en el escenario más loco del tenis, un hombre tranquilo de Manacor, el tenista con la mente más prodigiosa de todos los tiempos, dio un paso más para convertirse definitivamente en lo que los americanos califican como The Greatest, o The TBE (The Best Ever)... En el mejor de la historia. Rafa Nadal (33 años) derrotó en un choque brutal a Daniil Medvedev por 7-5, 6-3, 5-7, 4-6 y 6-4 en 4h:50, ganó su decimonoveno Grand Slam, su cuarto US Open tras los de 2010, 2013 y 2017 y se colocó a sólo uno del récord de 20 de Roger Federer. Ya todo es posible. Su bocado a la historia fue brutal. Pero tuvo que sufrir como nunca. Por eso también lloró como nunca.

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Clive BrunskillGetty Images

Enfrente de Nadal estaba Medvedev, el tenista de las 50 victorias en el curso. Un NextGen de 23 años que llegaba lanzado con 20 victorias en 41 días en las que encadenó las finales de Washington, Canadá (donde perdió contra Nadal 6-3 y 6-0) y el título en Cincinnati. Disfrutaba de una inyección de adrenalina, pero también le pesaba el lastre de tantos kilómetros en las piernas. Y tres horas más en pista que Nadal, que decidió por eso ponerle el partido cuesta arriba.

Así que en el primer set se sucedieron los intercambios largos. El moscovita, que saldrá del torneo como cuarto del ranking, hizo gala de su excelente movilidad, pese a medir 1,98 m. Logró un break para 2-1, y Rafa se revolvió para devolvérselo. Los juegos duraban una media de seis minutos. Con 4-3, Medvedev levantó dos bolas de rotura y entendió que para sobrevivir debía montar la metralleta y liarse a tiro limpio, acortar los puntos. Pero Nadal le enredó en su tela. Varió las alturas con su revés cortado (abajo, arriba...), no dejó de torturarle y llegó el 7-5.

Medvedev jugaba para levantar su primer Grand Slam, en su primera final. Y Nadal para seguir haciendo historia, para achuchar a Federer y dejar atrás a Novak Djokovic (ahora a tres, con 16). Los dos tenían un gran objetivo. Seguro con su saque, Nadal alternó drive y revés con muchos ángulos al resto y subidas a la red (51/66). El partido no se iba a ganar a la altura de la cadera del deslavazado moscovita, sino por encima y debajo. Llegó así la rotura (4-2) y el segundo parcial al saco.

El ruso, que encontró fuerza en la provocación durante el torneo, que se retroalimentó con los abucheos del público, no se resignó a entregarse, luciendo madera de campeón. En el tercer set, volteó un break del manacorense y acabó adjudicándoselo. El nivel se elevó. Los dos comenzaron un ejercicio de autodestrucción. Sin tregua. Iban tres horas y arrancó el cuarto set. Frío e impasible, Medvedev no se inmutó. Con sus brazos como palas lo devolvió todo. Y llevó a Nadal al quinto. Nadie le había volteado nunca una ventaja de 2-0 en la final de un grande.

Inmenso, Rafa neutralizó tres bolas de break con 0-1. Fue la clave. Medvedev pidió asistencia para tratar su cuádriceps izquierdo. El revés voló incisivo, letal. Y llegó el break para 3-2. Y el 5-2. Y sacó para ganar, pero tras una tercera penalización por excederse del tiempo de saque, cometió una doble falta con segundo servicio. Se procuró dos puntos de partido al resto y no los convirtió. Y Medvedev logró una opción de break. Pero delante había un gigante. Ganó. Se tiró al suelo y las lágrimas afloraron.

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Nadal mira ya a Federer a los ojos. El suizo suma 38 años y no gana un Grand Slam desde Australia 2018. Ha distanciado a Djokovic. Tiene en su mano, y en su cabeza, ser el más grande. Le mueve la pasión.