Marc Márquez no toca el freno

Con el título de MotoGP ya en la buchaca, Marc Márquez podría haberse relajado en Motegi. Hasta hubiera sido comprensible que lo hiciera, no es fácil mantener siempre la alta tensión. Pero entonces no sería Márquez. No sabe correr de otra manera. Marc se impuso este domingo en Japón con la misma autoridad que sumó hace dos semanas su octava corona y, a la par, lanzó un mensaje a sus rivales, dio una buena alegría a su marca y se quitó un peso de encima.

A los rivales les dijo: "Aquí sigo". Especialmente a Fabio Quartararo, esa perla de 20 años que quiere comerse el futuro. Las recientes actuaciones del francés, con tres segundos puestos en los últimos cuatro grandes premios, le sitúan como retador para el próximo Mundial. Por eso Marc prefiere mantenerle a raya, para recordarle quién es el rey y para que no se crezca en exceso. Quartararo estuvo ahí, pero sólo le duró una vuelta. Márquez dominó y, de paso, se sacó la espina de tres títulos (2014, 2016 y 2018), cuando no pudo acabar la carrera siguiente a su coronación por caídas o averías. Ni hay rival, ni hay gafe que le frenen.

Márquez también le dedicó un doble premio a Honda. Por un lado, la victoria en su casa de Motegi. Y, por otro, la conquista matemática del título mundial de constructores, que tanto valor le otorgan las fábricas. Ahora le queda un tercer trofeo por rematar en las tres carreras restantes: la clasificación de equipos. Aunque recortó dos puntos en Japón, todavía se encuentra a 17 del Ducati Team. La nula aportación de Jorge Lorenzo, que sólo ha sumado 23 de los 383 que figuran en el casillero de Honda Repsol, hace muy complicado el asalto a la Triple Corona. Aun así, está bien que el voraz octacampeón se lo plantee como un desafío de final de temporada. Faltan tres citas para la conclusión del Mundial: Australia, Malasia y Valencia. Y Marc Márquez va a seguir sin tocar el freno.