El atletismo sube el tono

Los Mundiales de Doha se clausuran este domingo sin representación española con un panorama muy diferente al de hace dos años, cuando Adel Mechaal rozó el podio en los 1.500 y el equipo de 4x400 terminó quinto con récord nacional en el cierre. En esta ocasión, España no dispondrá de ninguna bala dominical, se despedirá con ese vacío, pero el regusto de los campeonatos no debe dejarlo esta última jornada, sino la actuación de los diez días.

Y ahí, los resultados objetivos y el tono general de la Selección sí han superado a Londres 2017. Entonces hubo cinco finalistas, que sumaron 14 puntos en la clasificación que establece la IAAF con las posiciones de los ocho mejores. Peor aún fue el cómputo de Pekín 2015, con dos atletas en esos puestos y 12 puntos, aunque el oro de Miguel Ángel López maquilló el rendimiento del grupo. Esta vez han sido ocho finalistas, uno de ellos con medalla, el bronce de ida y vuelta de Orlando Ortega, para una nota total de 19. Los fríos números dictan que España ha progresado en Qatar. Y también esas otras sensaciones que no se pueden medir.

El abanico previo oscilaba entre cero y cuatro medallas. Esto es atletismo. Una o dos se esperaban en la marcha, que tanta alegría proporcionó en los últimos Europeos, pero se ha quedado en tres octavos puestos. Las condiciones de calor y humedad pueden esgrimirse en su descargo, aunque no sirven totalmente de excusa cuando el viernes vimos a un ruso y un sueco en el podio de los 20 kilómetros.

Al margen de las bazas fallidas, el talante ha sido bueno. La marca de Fernando Carro, que acabó undécimo, le hubiera otorgado medalla en once Mundiales anteriores. El descaro de Adrián Ben también ha encandilado, Ana Peleteiro aún tiene grandes saltos que ofrecer, Chuso García Bragado es un abuelo ejemplar... No hay motivos para tirar cohetes, pero la actitud ha cambiado.