Carro, undécimo del mundo: "Menuda locura de carrera"

De los infinitos escenarios posibles, Fernando Carro necesitaba que apareciera el ideal para ganar medalla. No llegó, fue uno de los peores. Una carrera endemoniada, a casi ritmo de récord del mundo, jaleada por la táctica de equipo de los etíopes Beyo, Wale y Girma que se aliaron para eliminar al marroquí El Bakkali y a los kenianos. Casi los consiguen los de Etiopía, pero Conseslus Kipruto, el defensor del título, se coló de manera algo inesperada, porque llevaba todo el año mal. Pero el gran campeonato lo bordó, con 8:01.35, una centésima mejor que Girma. Carro fue undécimo.

“Sabía que los etíopes harían eso, pero no que no frenarían”, decía Carro, que iba pegado al frenético grupo que pasó a 2:39.55 el primer 1.000, a ritmo de Meeting. “Menuda locura”, seguía el madrileño, que al paso del 2.000 perdió el tren. “Podía haber acabado mal de ir más rápido. Yo esperaba que hicieran el acordeón, que se pararán un poco y regresar al grupo, pero no ha pasado. Siguieron a tope. Igual tenía que haber aguantado más adelante. Se daban relevos como en el ciclismo”, analizaba de manera retroactiva el madrileño de 27 años, que vio como etíopes y kenianos se escapaban y se daban palos en el kilómetro final.

Carro peleaba por detrás con los estadounidenses para rascar puestos. Se quedó en undécimo, con 8:12.31, la segunda mejor marca de su vida. “Es para lo que estaba, pensaba estar entre los seis primeros, pero no esperaba que se fuera a correr tanto”, reconocía.

Carro ha firmado la temporada de su vida. Con 8:05.69 en Mónaco (hecho en julio), un fulminante récord de España que le hizo creer que podía ser de los mejores del mundo. “En la línea de salida los africanos ya me miran de otra forma, como más serios”. Con respeto, porque este madrileño de Canillejas ya está en la élite mundial de los 3.000 obstáculos.

Subcampeón de Europa y undécimo del mundo, Carro ya pone la vista en los Juegos de Tokio 2020: “Esto era una primera toma de contacto, a ver el año que viene”. Le tocó la batalla más dura, sin tregua, sin descansos… No era el escenario soñado, era “una locura” en la que ganó Conseslus Kipruto.