El gran día de Marc Gasol
Marc Gasol necesitaba un momentazo en este Mundial y España necesitaba a Marc Gasol. Dos necesidades que confluyeron este viernes en la trepidante semifinal frente a Australia. Aunque no durante todo el partido. El jugador que se marchó cabizbajo a los vestuarios en el descanso, con sólo cuatro puntos en tiros libres y otros cuatro tiros de campo fallados, no se parecía en nada al que resurgió en la segunda mitad para conducir a la Selección hasta la final con 33 puntos y 33 de valoración. Hacía falta liderazgo para un equipo desbordado por el poderío australiano, pero agarrado con convicción al duelo, más por coraje que por juego. Y ahí emergió un desatado Marc, complementado por el líder de todos los días, Ricky Rubio, que puso otro ladrillo a su candidatura al Jugador Más Valioso del Mundial. Ricky, MVP.
Marc ya jugó aquella final de Saitama en 2006. Era un joven de 21 años al que se había asignado un rol de secundario en el campeonato, pero que acabó siendo decisivo, porque su hermano Pau vio aquel partido en una silla de ruedas pegado al banquillo. Su fiero marcaje a Schortsanitis influyó en el enfriamiento del ímpetu griego. Ahora es un jugador treintañero curtido en mil batallas, con un anillo de poder NBA en una mano. Y con una personalidad que en China sólo había surgido con intermitencia. Su paso al frente reactivó al grupo en el choque más duro del torneo, que requirió de dos prórrogas para doblegar a Mills, Ingles, Kay y un renacido Bogut. España vibraba en horario de oficina, en ese horario que ya trajo un oro desde Japón, y que ahora acaricia otro en China. Asia es talismán. Y también Marc.