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Sobre lo que valen hoy día los centrales

El United ha fichado a Maguire por 88 millones, batiendo el récord de los 85 que pagó el Liverpool por Van Dijk hace un año. Cerca quedan los 80 del Bayern por Lucas Hernández y los 75 de la Juve por De Ligt. El precio del futbolista lleva años creciendo y el de los centrales no podía ser menos. Quedan lejos los tiempos sin tele, en los que todo el ingreso de los clubes era la asistencia al campo,y de esta sólo tiraban los delanteros. Nadie salía de casa ilusionado por ver lucirse a su portero (también van valiendo más) ni a sus centrales. Los que sacaban a la gente de casa eran los delanteros, habilidosos o rompedores, según gustos.

Los centrales no daban taquilla, si acaso la satisfacción esporádica de poder soltar de cuando en cuando la bestia que llevamos dentro (“¡Benito, mata!”), pero se esperaba que el juego discurriera en el medio campo contrario y que intervinieran poco. Eso sí: con contundencia, que se vea que aquí somos muy hombres. Ahora, con tanta tele, el hincha ve a los suyos tanto fuera como en casa y ya sabe lo que vale un peine. Donde muchos de tus delanteros se esconden, tus defensas se mantienen bravíos. Y el ingreso ya no es sólo esa taquilla que alimentaban los delanteros, sino en mayor proporción de la tele.

A eso se suma que se les pide más. Ya no bastan aquellos abruptos pateadores de cuero y tibia, los de “que pase el balón pero que no pase el hombre”, los de “patada a todo lo que se mueva y el balón que no toque el suelo”. Ahora se les pide que inicien la jugada, que no la rifen, que se la den bien penaidita a un compañero. Han empezado a hacerlo tan bien que hasta el Reglamento les plantea el nuevo compromiso de recibir el balón de saque de meta en el área propia, hasta donde irán los delanteros a presionarles. Otros tiempos, otros ingresos, otra generación de centrales, que ya no son malevos con borceguíes, sino futbolistas plenos y buenos.