La Fórmula 1 y MotoGP se han dado la mano este fin de semana. Los coches alcanzaron su parón veraniego, mientras que las motos retomaron la actividad después de un descanso. El intermedio de ambos calendarios han venido sellados por las victorias de los dos pilotos que han dominado con autoridad la primera mitad, y que han tomado una ventaja que difícilmente perderán de aquí al final. Me refiero, evidentemente, a Lewis Hamilton y Marc Márquez. La alternancia ha sido mayor en MotoGP, pero aun así Márquez ha ganado seis de los diez grandes premios disputados. Su pilotaje al límite, sus salvadas magistrales, su visión estratégica... Marc devora récords y va camino de marcar una época, ya la está marcando. Y sólo un accidente podría privarle de otro título.

La F1 ha mostrado otro panorama, con la aburrida dictadura de Mercedes en los primeros meses. Sólo Bottas fue capaz de inquietar a su compañero, pero con el paso de las carreras se ha visto que, a igualdad de coche, se impone la clase del piloto. El escenario ha cambiado en las citas más recientes gracias al estado de ebullición en el que ha entrado Max Verstappen, que ha conquistado dos de los cuatro últimos grandes premios y ha logrado una pole. El triunfo del domingo fue otra vez para Hamilton, que suma ocho de doce, pero tuvo que exprimirse al máximo para batir a 'Mad Max' in extremis. Las victorias así, con emoción y equilibrio, dejan un buen regusto, aunque se repita el protagonista, como hemos visto varias veces con Márquez. Es cuando gana el piloto y no sólo el motor.