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La International Cup está perdiendo gas

La International Champions Cup, que venía aspirando a ser el suceso futbolístico del verano y de hecho nació con esa intención, empieza a desinflarse. Veo equipos que desertan de ella, entre ellos el Barça y el Manchester City, campeones de LaLiga y la Premier, los dos grandes campeonatos de la tierra, según en qué orden según para quién, pero los dos primeros según todos los criterios. No sólo han faltado ellos, también otros dos pilares de la Premier, Liverpool y Chelsea. Y el Olympique de Lyon y el PSG, los dos grandes de Francia. Y el Roma y el Borussia de Dortmund. Todos ellos estuvieron el año pasado y no están este.

De hecho, el número de participantes ha bajado de 18 a 12, y eso que la docena se ha completado con la leva de dos de bastante menos fuste que los que se han ido, la Fiorentina y el Chivas. Lo que Stillitano concibió como el mayor espectáculo veraniego del mundo, y que al tiempo operaba como conjura, a cencerros tapados, para la creación de la Superliga Europea, se va deshinchando. El torneo tenía su gracia, pese a su aire artificioso, porque daba un cierto argumento al carrusel de amistosos. Pero su fundamento esencial, la preparación de la Superliga Europea, pierde sentido, porque ese proyecto se enfría.

Esa ensoñación de Agnelli, Florentino y algunos otros para irse desmarcando de los campeonatos nacionales y habitar su propia galaxia cede ante obstáculos naturales: la Premier, Macron, otras voces.... Se trata de una fantasía especulativa, muy diferente del impulso que animó en su día a crear la Copa de Europa, que no era el de hacer dinero, sino el de hacer Europa, que entonces no existía sino como escombrera de una terrible guerra. Aquello cuajó porque contenía un ideal. Lo que nace de intereses mezquinos merece tener menos recorrido, y así está ocurriendo. Stillitano pierde adhesiones a su modelo y debemos tomarlo como un buen síntoma.