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Joao Félix es ilusión, Griezmann es decepción

El nuevo ‘crack’ del Atleti compareció ayer ante la prensa, lo que equivale a decir ante la afición. Fue sencillo y directo. Está señalado, por su genio natural, su prematuro feliz desarrollo y por su descomunal precio como algo fuera de lo común. Pero, frente a eso, él da la imagen de un chico correcto, sensato, llamado tal vez a hacer cosas extraordinarias en el fútbol. Pero hoy por hoy se diría que sólo se ve como un sucesor de Griezmann, el último héroe de la causa. Un héroe que salió rana, por cierto. El Atleti hizo más por él que al contrario. Con diferencia.

Me pareció brillante la idea del Atleti de presentarle en su día en el Museo del Prado. He ahí un alarde de madrileñismo sano, bien traído. Es tradición entre el macizo del atletismo clásico presumir de que su club guarda las esencias de la ciudad, mientras que el Madrid habría reclutado su mayoría de partidarios entre los madrileños de aluvión. Nunca lo vi así, ni hubiera visto ventaja ninguna en ello, pero no dejo de mirar con simpatía, y hasta admirar, esa decisión del club de presentar en otro punto a Joao Félix con una serie de fotos en el Museo del Prado, lo mejor de Madrid.

Mientras, estamos a la espera de que Griezmann se vaya de una bendita vez. He aquí un caso de descuido colectivo que entre las tres partes deberían haber evitado, pero sobre todo el Barça. Suya fue la iniciativa de insistir en un jugador que ya el curso pasado dijo no. Suyas fueron las dudas sobre si Neymar o Griezmann. Suya es la responsabilidad final de dar una salida razonable a este pleito entre dos grandes clubes europeos, de los que uno de los dos no ha hecho nada malo. A Bartomeu hay que recordarle aquello de que entre bomberos no hay que pisarse la manguera.