Nadal: mejor perder así

Rafa Nadal nunca había llegado a estas alturas de la temporada sin haber levantado un trofeo. Una rareza tan grande como encadenar tres torneos sobre tierra batida sin llegar a la final. El balear se plantó en Madrid con una mala inercia, en juego y en resultados. Desdibujado ante Fognini en Montecarlo, un poco mejor ante Thiem en Barcelona. Dos derrotas que han creado inseguridades a un campeón acostumbrado a dominar sobre esta superficie. Con estos antecedentes se presentó en el Masters 1.000 de casa, donde no se siente tan dominador por la dificultad extra de la altitud, a pesar de que aquí también ostenta el récord de victorias, con cinco. No podrán ser seis, de momento. Nadal sucumbió ante Tsitsipas en la noche madrileña, en un igualado partido que podría haberse decantado para cualquier lado.

Este Nadal todavía no es Nadal, pero empieza a parecerse cada vez más. Esa es la cara amable de una derrota que siempre duele, porque Rafa no entiende otro verbo que no sea ganar, pero le coloca en la senda de la recuperación, siempre que esas mermas físicas que le persiguen constantemente no se empeñen en frenar su crecimiento. En la previa de la competición, Nadal contó que había tenido “problemas en todos los torneos”, también que sufrió “un bajón mental” tras Indian Wells. Sus continuas lesiones ralentizan sus progresos, eso es obvio. Como dice su tío Toni, Rafael ha tenido que acostumbrarse a competir con dolor. En Madrid ha vuelto a perder, pero las sensaciones han sido otras. Ante Wawrinka, el viernes, dio una clase magistral. Con eso debe quedarse, porque ese es el único camino para coronarse en París.