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La recuperación resultadista del ‘rubismo’

De todas las frases geniales de Groucho Marx, de las reales y de todas las atribuidas porque sí al personaje, porque le quedan bien y nadie está dispuesto a desmitificar a una leyenda de esa altura, a sabiendas de que quizá no las pronunciara, siempre he sentido especial predilección por una de ellas: “Aquí tiene mis principios, si no le gustan, tengo otros”.

El fútbol, ya saben, es una cuestión de principios, pero también de finales. De las que se juegan y de los que llegan jornada a jornada cuando pita el árbitro. Entre unos y otros, los principios tienen mutaciones y los del Espanyol han sufrido las suyas.

El equipo lleva tres partidos consecutivos sin perder, buena noticia para los que basen su idea en principios resultadistas, corriente de pensamientos futbolísticos muy criticada en cursos anteriores. Pero llevado a la práctica, también podemos decir que el Espanyol lleva dos empates y una victoria agónica en casa ante un rival en descenso y es el tercer peor equipo en promedio goleador (igual que el curso anterior a estas alturas). El equipo ha basado su recuperación en el ‘resultadismo’ abandonando el principio fundamental de esta nueva era, el ‘rubismo’. Mala noticia, por tanto, para los defensores del juego alegre y desacomplejado.

Si ven un perico sentado, dubitativo, déjenle tranquilo, está intentando escoger entre las dos vertientes, disculpen que no se levante.