La política ralentiza el deporte
La inestabilidad política agita el país en todos sus ámbitos. Y el deporte no es ajeno a esos movimientos sísmicos. Los últimos años han sido especialmente convulsos. La crisis económica provocó unos recortes brutales del Gobierno de Rajoy a las Federaciones, que pasaron por momentos traumáticos. Los últimos Presupuestos presentados por el Gobierno de Sánchez para 2019 recuperaba las subvenciones ordinarias a los niveles de antes del tijeretazo: 74 millones. Pero se van a quedar con la miel en los labios, porque los Presupuestos fueron tumbados en el Congreso y, de momento, hay que seguir funcionando con una prórroga de los anteriores del PP, mucho más bajos: 54. Una consecuencia dramática en año preolímpico, en el que las Federaciones se juegan una gran parte de su participación en Tokio 2020.
Pedro Sánchez ha convocado Elecciones Generales para el 28 de abril. Esos Presupuestos quedan aparcados, a la espera de si el presidente reedita mandato o llega uno nuevo. Se intuye que habrá generosidad con el deporte en ambos casos. Eso si no se entra en una provisionalidad como aquella que desencadenó una sanción a España por incumplir el Código Antidopaje. La convocatoria también ha llegado en pleno debate por la Ley del Deporte, que se inició con Lete y se ha rematado con Rienda en el CSD. Al menos ya hay un texto sobre la mesa, esa es la parte buena, pero como se ha hecho deprisa y sin el debido consenso, podría acabar en una papelera. El deporte confía, y así se lo hemos escuchado a Alejandro Blanco, que no haya marcha atrás y que la Ley, con sus pertinentes modificaciones, ya no pare, aunque vaya a ralentizarse.