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Que no se acabe nunca esta liga. Como eibarrés y armero ver al equipo sobre el terreno de juego es un regalo casi divino. Dominador, con desparpajo, con identidad… el Eibar está peleando contra los gigantes de la Liga Santander subido a una banqueta. Con algo más de 40 millones de presupuesto ante cientos de millones de sus rivales. Y lo está haciendo con la mayor de las dignidades. Un equipo que allá a donde va no deja indiferente a nadie. La mayoría sucumbe, al menos en el dominio del balón, ante un equipo muy bien forjado y no es fruto de ninguna casualidad.

Sin embargo, este gran juego, esta identidad, se ven emborronadas por los resultados. El Eibar no es capaz de cerrar partidos, y hay momentos en los que la evidente ansiedad de los jugadores juega malas pasadas. Que se lo digan a Ipurua ante el Levante, cuando tras un 4-2 el equipo valenciano acabó empatando el partido. Misma historia en Butarque y el Sánchez Pizjuán tras un 0-2 a favor.

Quizás la falta de veteranía, de convicción. Quizás la falta de galones. Este Eibar puede tocar las estrellas, pero para ello, debe estar dispuesto a entrar a matar.