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Nadal chocó con Mister Australia

En la víspera de un partido de esta grandeza surgen análisis y pronósticos para todos los gustos. Unos, basados en estadísticas; otros, apoyados en sensaciones. Las estadísticas dictaban que Novak Djokovic es mejor que Rafa Nadal en pista dura, y más en Australia, su Grand Slam. Las sensaciones, sin embargo, empujaban al optimismo con Nadal, que había llegado a la final tras un torneo impoluto, sin ceder un set, recuperado de sus males físicos y con un nuevo tenis eficiente. Todo ello puesto en una balanza auguraba un choque equilibrado y emocionante, con dosis épicas, entre dos de los mejores tenistas de la historia. Ahí estaba el precedente de 2012: casi seis horas de juego. Pero nada de eso ocurrió. En el momento de la verdad se impuso una realidad aplastante: hoy, en esta superficie, Djokovic es superior.

La final del Abierto de Australia sitúa a Nole en una dimensión galáctica. Es su tercer grande consecutivo, para un total de 15, con lo que desempata con Pete Sampras y se coloca a dos de Nadal y a cinco de Roger Federer. En Melbourne ya es Mister Australia con siete títulos: no ha perdido ninguna final. El Big Three domina en el palmarés, pero con la sensación de que sólo uno de ellos, Djokovic, tiene todavía margen para barrer todos los récords. Federer ya ha dado muestras de rodar por la cuesta abajo a sus 37 años. El caso de Nadal es diferente, porque el freno en los últimos tiempos ha sido su maltrecho físico. Esa es la buena noticia de un domingo en el que casi todo ha sido malo para el balear: Rafa ha regresado a la final de un Grand Slam, cuando hace cuatro meses estaba roto por las lesiones. Hay margen para la esperanza.