Nadal-Djokovic, el clásico del tenis
En la retina de los aficionados al tenis en general, y en la de los españoles en particular, hay un duelo que se erige entre los más grandes de la historia: Nadal-Federer. Es un duelo que surge con la eclosión a los 19 años del irreverente Nadal, que se empeñó en discutir el trono del que muchos consideraban el más grande. Y lo consiguió. Primero le domó en la superficie que luego iba a convertirle en una leyenda, la tierra batida, y después fue capaz de batirle en el resto de pistas, incluido en su jardín de Wimbledon. La mítica final de 2008 se alza como una de las más sublimes de siempre. Mientras Nadal se forjaba un balance favorable ante el eterno suizo, que aún mantiene (23-15), crecía un tercer tenista para dominarlos a todos... Y ese todos incluye a Rafa Nadal y Roger Federer. Me refiero, obviamente, a Novak Djokovic.
Nole tiene el cara a cara de su lado frente Nadal (27-25) y Federer (25-22), a los que aún no alcanza en victorias de Grand Slam, pero está a tiempo de remontar: se encuentra a tres del español y a seis del suizo. Ese será el rival que encare Rafa este domingo en la final de Australia. El Nadal-Djokovic es un clásico del tenis, el partido más repetido de la historia. Eso dicen los números, por mucho que nuestra memoria nostálgica nos lleve a Federer, que ya no anda para estos trotes. Durante el torneo, el balear ha exhibido más solvencia y no ha cedido ni un set. El serbio se ha mostrado más titubeante. Por sensaciones, y siempre que la salud lo permita, Nadal parece más favorito. Pero a la hora de la verdad, Djokovic es Djokovic, y ya le hemos visto arrollar este viernes a Lucas Pouille en las semifinales. Hoy, no hay final más grande.