El deporte unifica Corea

Hace justo un año, el 9 de enero de 2018, se reunieron dos delegaciones de las dos Coreas, a un mes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno. El desencadenante había sido el discurso de Nochevieja de Kim Jong-un, que aparcó su rol de malvado y deseó “éxito a Pyeongchang 2018”, a la par que abría la puerta a la participación de Corea del Norte en el evento que organizaba su vecina del Sur. Aquellos contactos se tradujeron en hechos: las dos Coreas desfilaron juntas como una sola nación, como ya había ocurrido en Sídney 2000, Atenas 2004 y Turín 2006. Además formaron un equipo único de hockey hielo femenino, con 23 surcoreanas y 12 norcoreanas, aunque la experiencia dejó ciertas grietas, porque las jugadoras sólo se veían en la pista y luego cada país pernoctaba en un edificio diferente.

Fue un primer paso, luego hubo más. En mayo se fusionaron para evitar enfrentarse en una eliminatoria de los Mundiales de tenis de mesa y acabaron conquistando el bronce. Y ya en 2019, este mismo jueves jugarán unificadas con el nombre de Corea, sin ningún punto cardinal añadido, en el partido de apertura del Mundial de balonmano. Un arranque simbólico en Berlín, la ciudad que dividió a las dos Alemanias con un muro. Los coreanos ya no duermen separados, sino en el mismo hotel. Aquellas grietas se han ido cerrando. El nivel del balonmano del Norte es muy flojo, pero la importancia está en el gesto. En el horizonte de estos avances asoma una candidatura olímpica para los Juegos de 2032. El COI ha aplaudido la propuesta, el mundo entero lo hace. El deporte unifica Corea. El deporte siempre une. Esa es la fuerza del deporte.