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La Real Sociedad estrena esta tarde el nuevo Anoeta en medio de un inevitable clima de nostalgia. Es imposible no acordarse de Atotxa al ver por fin el estadio del barrio de Amara sin pistas de atletismo. 25 años después, el equipo txuri-urdin volver a jugar en San Sebastián en un campo de fútbol en toda su dimensión. El partido del Barça es especial, pero no tanto por el rival, al que tradicionalmente se le tiene muchas ganas en San Sebastián (con buenos resultados en la última década), sino porque será el primer partido en la nueva realista. Porque aunque sea una remodelación, el cambio es tan radical que parece un campo totalmente nuevo. Impresiona, como dijo el Lehendakari Urkullu.

Eso sí, de antemano hay que dejar claro que no es una inauguración, porque falta todavía por rematar la faena con el fondo norte. Así que lo normal es que haya incomodidades para los aficionados, pero cualquier problemilla es pequeño para ver Anoeta como si fuera un Atotxa moderno. A partir de ahí, veremos cuantos goles ayuda a meter acercar tanto la grada al césped. Alguno pensará que 7,5 metros sigue siendo demasiada distinta. Yo le pregunto: ¿era mejor seguir a 50 metros en los dos fondos? El trabajo en el hormigón está hecho. Era algo más que necesario. Era obligatorio.

Ahora toca a la afición de la Real aprovechar el esfuerzo de mucha gente este verano y apretar. Animar de verdad. Ya no hay excusa. La hierba se huele desde la grada (es literal, lo he podido comprobar), y estoy convencido de que desde la hierba se sentirá seguro a la grada. Y el Barça lo debe notar, padecer, sufrir. Porque no es Anoeta, es Atotxa revolution. Con una grada que recuerda al malogrado Aitor Zabaleta y con Agirretxe marcando el primer gol de la historia del nuevo campo. Sin pistas de atletismo. Por fin. ¿Qué puede salir mal? Solo Leo Messi puede aguar la fiesta. Esperemos que Asier Garitano sepa cómo atarlo en corto.