¿Y si el mejor es Djokovic?
Después del Abierto de Australia, cuando Roger Federer redondeó su vigésimo Grand Slam, lancé la pregunta sobre si el suizo era el mejor tenista de la historia. Si nos atenemos a los números, que continúa engordando a pesar de sus 37 años, habría que responder afirmativamente. Nadie ha ganado tantos grandes, ni tantos títulos, ni ha estado tantas semanas en el número uno. Ese 20 corona a Federer, por delante del 17 de Rafa Nadal, del 14 de Pete Sampras y del 13 de Novak Djokovic. En esa puja histórica habría que incluir también, sin titubeos, a Rod Laver, que completó dos veces el Grand Slam en el mismo año (1962 y 1969). Nunca sabremos cómo habría sido un Federer-Laver en la misma época, con los mismos materiales, las mismas pistas, la misma planificación... Comparar épocas es ciencia ficción.
Sin embargo, hoy sí sabemos qué ocurre en un Federer-Nadal, un Federer-Djokovic y un Nadal-Djokovic. Aquí, como también escribí aquel día, nos topamos con un dato que cuestiona el reinado del suizo. Federer tiene en contra el cara a cara ante Nadal (15-23) y Djokovic (22-24). La última derrota frente a Nole sucedió el domingo en Cincinnati. El serbio se convirtió ese día en el único con el pleno de nueve Masters 1.000. De los principales títulos sólo le falta el oro olímpico. En eso está por encima de sus dos grandes rivales. Además, el balance con Rafa también le favorece: 27-25. Llegado a este punto, lanzo otra pregunta: ¿Y si el mejor es Djokovic? Mientras debatimos sobre ello, al menos coincidiremos en una cosa: en el privilegio de haber presenciado los duelos de tres de los más grandes. ¿O quizá los tres más grandes?