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Nadal se cuida a lo Federer

Hace un año, por estas fechas, Rafa Nadal regresaba al número uno de la ATP después de tres años y un mes de haberse bajado del trono. Fue un regreso insospechado, en duelo directo con su eterno rival, Roger Federer. Desde entonces, el español y el suizo se han ido alternando en la cima, como en los viejos tiempos. Está siendo un periodo mágico, una prórroga inesperada de la que no se otea el final. Si acaso abre la puerta a otro resucitado, al nuevo Novak Djokovic coronado en el último Wimbledon. Hay un relevo que asoma y que empuja, pero que todavía no toma el poder, al que se aferran estos ilustres veteranos. Eso que la ATP llama Next Gen. Su máximo exponente es Alexander Zverev, número cuatro del mundo. Y entre los aspirantes se halla Stefanos Tsitsipas, la última víctima de Nadal, el domingo en Toronto.

Nadal, que no jugaba desde Wimbledon, ha alzado en Canadá su 80º título (es cuarto del ránking histórico) y su 33º Masters 1.000 (aquí es el primero). Galáctico. En esa misma semana, Federer prefirió quedarse en casa para soplar las velas de su 37 cumpleaños. Roger selecciona su calendario con mimo para no machacar su físico. El reglamento se lo permite y los aficionados lo aplauden porque no quieren perderle. Tiene su lógica, si no fuera porque lleva dos años sin pisar la temporada de tierra batida. Un líder mundial debería jugar sobre todas las superficies. Mucho o poco. Después de su triunfo, Nadal ha tirado de la misma lógica y renuncia a Cincinnati. Tiene 32 años y un cuerpo muy castigado. Todo sea por alargar la prórroga. El duelo se aplaza al US Open. Si el nuevo Djokovic o el Next Gen lo permiten.