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España se encomienda a la magia de las Picornell

Si hubiéramos tenido que apostar al inicio de la semana, seguramente lo habríamos hecho al contrario de lo que ha sucedido. Veíamos a la Selección femenina en la final de los Europeos de Barcelona de waterpolo y a la masculina, con suerte, en la lucha por el bronce. Las 'Guerreras' del agua se trastabillaron ante Grecia, pero este viernes pudieron liberarse del golpe y cerrarán el campeonato con una medalla colgada al cuello. Los 'Guerreros', que no pasaban de los cuartos desde hace nueve años, regresan a una final. La última fue en 2009, en el Mundial de Roma, con una derrota ante el mismo rival que toca afrontar este sábado: Serbia. Desde entonces, los balcánicos han dominado una época, con tres oros en el Europeo, uno en el Mundial y otro en los últimos Juegos Olímpicos de Río. Son el coco. Un ogro.

Quizá por eso, la Selección saldrá sin presión. La final ya es un éxito. Pero hay un arma que los serbios no tienen: el público de las piscinas Picornell. Aquí se perdió aquella famosa final de los Juegos el 9 de agosto de 1992, ante Italia, después de tres prórrogas. Pero fue una derrota que hizo crecer al grupo. “Lo de Barcelona nos dolió tanto, que nos endureció”, sostiene Miki Oca, el hombre que falló el último tiro, hoy seleccionador de las Guerreras. Después de aquello, España ganó el oro olímpico en Atlanta 1996 y los oros mundiales en Perth 1998 y Fukuoka 2001. El destino también quiso que Oca volviera a estas piscinas como técnico para conquistar el Mundial femenino en 2013. Y que el equipo masculino se quitara aquel trauma el pasado jueves ante Italia con su triunfo en semifinales en este mágico escenario: las Picornell.