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El tercer tiempo

La ilusión mexicana

Se merece México esta alegría, y ojalá dure. El país de Octavio Paz al que cantaba Chavela Vargas con las letras de José Alfredo. Un mundo raro, por decirlo con las palabras que el compositor más sentimental de ese país utilizó para hablar de amor y de ilusiones. Polvo del camino, cactus, violencia y terremoto. Y, al fin, la alegría del fútbol. Chicharito en estado puro, y Lozano, y el entrenador, y todos empeñados en darle a ese país felicidad, que empieza por efe, como fútbol. Si se clasifica el mundo es suyo. Esa es la ilusión de la que se vive. Todos estamos con México…, y todos decimos ojalá.

El abismo argentino

De desastre en desastre hasta el suspiro final. Ahora la Argentina de Julio Cortázar, de Alfonsina Storni y de Roberto Fontanarrosa se agarra a un clavo que puso a arder Nigeria. Si esa esperanza ahora en juego funciona ya podrán los comentaristas guardarse la daga que ensayaron con Messi hasta hacerlo padecer el fuego eterno. De ser Dios redivivo, envuelto en otro cuerpo más chico (el otro es Maradona), pasó a ser el demonio, capaz de fallar un penalti, de no saber ser líder de su grupo. Una tabla de salvación se le abre ahora si la casualidad abierta por Nigeria se pone a su favor. Aquí también decimos ojalá, en nombre del fútbol.

El azar alemán

El fútbol alemán ha sido capaz de exportar un estilo que combina, desde Beckenbauer y Rumenigge, inteligencia y fuerza. Y un Mundial sin esas combinaciones parece del otro mundo. Tú despojas al fútbol de Brasil, Argentina, Alemania y España y tendrás algo que no se parece a un campeonato. Italia también estaría en esa lista, pero se descartó hace rato. Suecia estuvo a punto de apear a Alemania. Kroos, al que llaman el doctor, sacó una receta táctica inteligente y devolvió a Alemania la alegría. El fútbol es azar, y en ese juego gana Alemania.

El efecto Madrid

Lo dijo Relaño en su columna de ayer: “Alemania es el Madrid del Mundial”. Muchos símbolos (y síntomas) en ese titular. En el entrenador, Löw, vi una determinación de ganar, y en los futbolistas observé la determinación de darle la vuelta a la derrota. Eso se observa en los campos y en los banquillos. Lo que hizo Kroos es aplicar una táctica del equipo del que procede: si no te arriesgas, pero también si no te apresuras, das de sí lo que has aprendido para sobrevivir. Ese disparo debe enseñarse en las escuelas: no te rindas nunca. Esa es, ni más ni menos, la táctica que ha hecho al Madrid campeón de tanto.

Palabra de España

Escucho a Isco, a Alba, a otros futbolistas de la Selección. Hablan en la radio, en la televisión, en la prensa. Los escucho decir, con libertad, qué ven en el fútbol, qué aprenden, qué críticas les inspiran las recientes sensaciones derivadas de la diatriba Real Madrid-Selección-Lopetegui-Hierro-Rubiales. Y los escucho hablar con claridad y con libertad, y con sentido común. Mucho más allá de lo que pasa cuando los escucho hablar, en LaLiga, de sus propios clubes o equipos. Es probable que en la selección se hayan aliviado las palabras. Libertad de decir es como libertad de jugar.

Ilusión de hoy

Ojalá que esas sensaciones ayuden a que España juegue un partido mejor. Vas a Tánger, a Rabat, a Casablanca, a Marrakech, y en cada uno de esos lugares oyes la canción y el ritmo del fútbol español. Allí las camisetas son las mismas que llevan estos muchachos españoles que ahora se enfrentan a los marroquíes. El fútbol lo iguala todo. Qué hacía un canario queriendo que ganara el Barça incluso a los suyos. Hay marroquíes que son de Isco o de Alba o de Costa. Tendrán el corazón partido. Y España tendrá la ilusión de ganar. Necesita alegría, libertad en el juego. Ganas de porvenir.