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Esto no es como en Ámsterdam

Es comprensible que haya aficionados del Madrid que se hayan visto obligados a renunciar a su deseo de ir a Kiev por culpa del alto coste del viaje y el alojamiento en la capital ucraniana. Si el Madrid llevase 32 años sin ganar la Champions como sucedió cuando levantó la Séptima en Ámsterdam, seguro que ningún socio hubiese reparado en gastos y hubiese tirado la casa por la ventana para ver cumplido su sueño. Pero después de ganar en cuatro años las Orejonas en Lisboa, Milán y Cardiff, es normal que el personal eche cuentas y en algunos casos haya tenido que renunciar a acompañar esta vez a su equipo.

En cualquier caso habrá 17.000 vikingos que de nuevo arroparán a la tropa de Zidane en este nexo emocional que les une desde hace años con la competición que parece hermanada con el Real Madrid. Hay una frase acuñada por los aficionados blancos que les hace viajar con una seguridad alucinante: “El Madrid no juega las finales, las gana”. Esa confianza extrema se la ha sabido dar un equipo que gira en torno al liderazgo de Cristiano y Sergio Ramos y que tiene un duende que le acompaña y le protege desde que suena el himno de la Champions. Me bastó con ver ayer la serenidad con la que Zidane afrontó la comparecencia ante mis compañeros. Lo más importante está conseguido: la enfermería vacía y la despensa del equipo llena. Esto pinta bien.