Lydia Valentín es la mejor del mundo
Lydia Valentín posó, elegante y sonriente, con el trofeo que le acredita como la mejor levantadora del mundo en 2017, una distinción que ha ganado con el 70% de los votos. Sin rival. Obviamente, nadie en España había alcanzado antes esa cumbre. Lydia sigue abriendo camino. La Federación Internacional de Halterofilia, la IWF, premia así a una deportista que se ha erigido en un icono del deporte limpio, en una disciplina especialmente sucia, lastrada por el dopaje. En los Mundiales del año pasado, donde la berciana logró los tres oros, hubo ocho países menos por sanción. Fue el remedio que aplicó la IWF para regenerarse de cara al COI, que ya ha advertido a la halterofilia de que puede quedarse fuera del programa de los Juegos Olímpicos si continúa encadenando un escándalo con otro escándalo.
Que la halterofilia mundial haya elegido a Lydia como su imagen también es un pliego de intenciones. En una reciente visita de la Selección a As, tras brillar en los Europeos, los internacionales españoles explicaban que hay otros países que han experimentado la misma impotencia de verse superados por deportistas tramposos, una vez tras otra. También se quejaban de que la propia Federación Internacional no hubiera atajado antes este problema. E incluso sospechaban que la suspensión de esos países hubiera sido simple maquillaje, porque para los próximos Mundiales, que son los primeros que clasifican para Tokio 2020, ya podrán competir. El premio a Lydia no puede ser únicamente una pose, sino el inicio de una senda irreversible para este deporte. El futuro de la halterofilia tendrá que ser sin dopaje. O no será.