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Ganó el Jaén, ganó Madrid y ganó el fútbol sala

Ganó el Jaén. Ganó Madrid. Y, sobre todo, ganó el fútbol sala. El reto daba vértigo: llenar el WiZink Center, el viejo Palacio de Deportes, con una disciplina acostumbrada a pabellones de, como mucho, la mitad de capacidad. No se quedó grande. El domingo se batió el récord español de asistencia a un partido entre clubes: 12.643 aficionados. El fútbol sala cumplió con su parte: dio un gran espectáculo durante cuatro días, pero especialmente en la final, con golazo mágico de Ricardinho, con remontada del batallador Jaén Paraíso Interior, con una prórroga, con la grada colorida... Fue una última cucharada deliciosa. Y Madrid supo responder, como ha hecho siempre. Cuando le ofreces un evento de calidad, con un formato interesante, como es el caso de la Copa de España, la capital nunca falla. Queremos más.

El artífice de este éxito tiene nombre propio: Javier Lozano. Un soñador. El mismo que soñó un día, cuando era seleccionador, con convertir a España en campeona del Mundo en plena dictadura de Brasil. Lo logró en 2000 y repitió en 2004. Ahora, como presidente de la LNFS, soñó con conquistar el Palacio y convenció a los clubes, que aceptaron el desafío. Lozano es un gestor inquieto, que no va a parar de soñar. Ahora tiene en la cabeza un gran partido en un estadio de fútbol, ante 30.000 o 40.000 espectadores. Lo hará. Mientras tanto, la Copa ha dado un salto de calidad, ha llegado a una altura de la que ya no quiere bajar. En próximas ediciones veremos pabellones con aforos en torno a los 10.000 espectadores. Y no habrá que esperar mucho para que regrese a Madrid. Quizá en tres años. El idilio acaba de empezar.