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El valiente reto del fútbol sala

‘El fútbol sala tiene una misión’. Así titulé hace tres meses esta misma columna, cuando se sorteó la Copa de España de Madrid. No es una misión menor. Se trata de demostrar que “el fútbol sala es digno de una gran ciudad”, como dijo entonces Javier Lozano, el presidente de la LNFS. O, como ha apuntado más recientemente Ricardinho, de “ir más allá, de llegar a la gente que no conoce este deporte”. Lozano y Ricardinho son dos grandes del futsal. La Copa de España es una competición asentada, que reúne a ocho equipos con sus ocho aficiones en una misma sede durante cuatro días, y que ya ha exhibido su magia en escenarios más pequeños como Ciudad Real, Logroño o Guadalajara, con pabellones tomados por 6.000 espectadores. Madrid supone doblar apuesta con los 11.200 que caben en el WiZink Center.

El público madrileño suele ser agradecido. Si le das un buen espectáculo, sabe responder. Y la Copa lo es. Aquí no hay segundas oportunidades: quien pierde se va a casa. Y todos se reservan el derecho a soñar. Ricardinho, que defiende título con su Movistar Inter, la llama “la Copa de los sueños”. El Jaén Paraíso, campeón en 2015 tras doblegar a ElPozo, Burela y Barcelona, puede confirmar que las sorpresas no son leyendas. El Olivo Mecánico, acompañado de su marea amarilla, volverá a ser la alternativa a los tres grandes, junto a Osasuna, Palma, Zaragoza y Cartagena. Hace 33 años, el Palacio de Deportes acogió un España-Brasil, con Lozano en las filas de la Selección. Ha pasado demasiado tiempo desde entonces. El fútbol sala tiene el desafío de que eso no vuelva a ocurrir. Este jueves se levanta el telón. Pasen y vean.