Froome es un hombre de grandes desafíos
Chris Froome se mueve a golpe de desafíos, de retos personales y, sobre todo, de los retos que le va planteando la historia del ciclismo. Después de ganar el último Tour de Francia ya escribí en este mismo espacio que su principal motivación era conquistar la Vuelta a España, una carrera que tenía en el punto de mira por romanticismo, porque aquí se descubrió como corredor de grandes rondas, y porque quería convertirse en el primer ciclista que completara el doblete Tour-Vuelta, desde que se disputa por ese orden. Una vez conseguida esta empresa, el líder del Sky ha buscado nuevos objetivos. Tiene a tiro el quinto Tour, y por supuesto le ilusiona inscribir su nombre junto a cuatro leyendas: Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain. Probará, pero antes se ha apuntado a otra gesta más original.
Froome disputará el Giro de Italia 2018, la única grande que falta en su palmarés y que sólo ha corrido cuando no era un ciclista de campanillas. Quiere consumar el triplete, como ya hicieron Anquetil, Merckx, Gimondi, Hinault, Contador y Nibali. Pero sobre todo quiere hacerlo de forma consecutiva: “Ganar las tres seguidas es un desafío único”. Antes ya lo lograron Merckx e Hinault, aunque con un calendario diferente, con la Vuelta en primavera. La historia encandila a Froome, pero no todo es poesía a su alrededor. El Giro le ha seducido con un fijo de salida, que podría alcanzar los dos millones, y con un recorrido a su medida, con 44,2 kilómetros de contrarreloj que son suficientes para contrarrestar a otros escaladores, y suficientemente pocos para espantar al vigente campeón, Tom Dumoulin.