La imprescindible vía penal en la lucha antidopaje

Desde que la gendarmería francesa detuvo al masajista Willy Voet en un control aduanero con el maletero del coche del equipo Festina rebosante de sustancias dopantes, en la víspera del Tour de Francia 1998, comenzó a cambiar por completo la estrategia en la lucha antidopaje. De nada servía aumentar el número de controles a los deportistas en competición, la mayoría de las veces infructuosos. Había que dirigir esos controles a otros horarios. Y también implicar a los estados para vigilar el tráfico de productos. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) fue una respuesta a esa necesidad, un órgano para coordinar las legislaciones de los países y los reglamentos de las federaciones, para unificar las listas, para intercambiar información... La palabra inteligencia suena con fuerza desde hace años en las agencias.

Una prueba de la baja eficacia de los controles, más allá de su efecto disuasorio, la tenemos en la página de la AEPSAD donde se publican los nombres de los deportistas con positivos. La última infracción que encontramos, y la única desde que José Luis Terreros tomó posesión como director de la Agencia, está fechada el pasado 3 de abril: Itziar Gutiérrez (patinaje en línea). Este miércoles, en una operación de la Policía Nacional, fue detenido el atleta Ilias Fifa. Aún es pronto para sacar conclusiones, más allá de la confirmación de que el campeón de Europa de 5.000 estaba bajo sospecha. Su caso nos ratifica, una vez más, que aunque no haya positivos, o no transciendan, el deporte español no se ha limpiado por completo. Hay que seguir trabajando con todas las herramientas. Y eso incluye la imprescindible vía penal.