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La espina de Javier Fernández

En la última visita que nos hizo Javier Fernández a AS, poco después de ganar su segundo Mundial en 2016, nos advirtió que ya no le quedaba mucho tiempo en activo: “La media de retirada de un patinador es a los 27 años… Y a mí ya me duelen algunas cosas”. El madrileño alcanzará esa edad el próximo abril. Y la principal razón por la que continúa esta campaña en activo es para exprimir su última oportunidad de colgarse una medalla olímpica en los Juegos de PyeongChang, en febrero. A los anteriores de Sochi 2014 sí llegó en un estado físico dulce, pero se hizo un lío en los cálculos de sus ejercicios y se quedó fuera del podio. La prueba de que aquello solamente fue un error puntual vino en los dos siguientes años, cuando ganó sus dos oros mundiales. Pero aquella espina de Sochi se le quedó muy clavada.

Superjavi abrió la temporada el pasado fin de semana con una victoria en el Autumn Classic de Canadá ante su gran rival, Yuzuru Hanyu. No es un mal comienzo, pero aún poco fiable, porque decidieron más los fallos que los aciertos. A la edad de Javi, el cuerpo empieza a pesar y ya no puedes entrar en un pulso físico. En su momento, el español fue uno de los primeros que incorporó tres cuádruples en su programa libre. Ahora, los tres que coparon el podio del último Mundial hacen cuatro: Hanyu, Shoma Uno y Boyang Jin. Incluso hay alguno que se atreve con más: Nathan Chen. Como remate, son más jóvenes. Fernández se ha borrado de esa moda y limitará su programa a tres, que intentará hacer perfectos. A eso añadirá su expresividad artística, que es mucho mayor. Esas son sus armas olímpicas. No será fácil.